La normativa contable, antes de IFRS9, establecía que las provisiones se constituían bajo modelos que medían las pérdidas efectivas promedio, generalmente medidas con un horizonte a 12 meses (pérdidas que en promedio se incurren en 12 meses). Las pérdidas efectivas típicamente son medidas sobre los castigos netos de la compañía en ese horizonte temporal. Por otra parte, hace algunos años ya, la normativa bancaria obliga a las instituciones que caen bajo su escrutinio a estimar sus provisiones bajo un enfoque de pérdida esperada a 12 meses.

A pesar de tener diferencias con la normativa bancaria (por ejemplo el horizonte es de 12 meses para las operaciones que no presenten un deterioro significativo y a lo largo de su vida para el resto), la normativa IFRS9 ha logrado homogenizar el “lenguaje” de las provisiones, ahora ambos enfoques tienen como objetivo el estimar las pérdidas que en promedio se espera que tenga la cartera de productos crediticios que estén en el estado de incumplimiento en el horizonte de observación relevante.

Dentro de los numerosos ejercicios de validación de los modelos de riesgo crediticio se encuentran los ejercicios de suficiencia de provisiones, los cuales muchas veces son realizados comparando si el nivel de provisiones ha sido superior a los de castigos netos de los 12 meses siguientes. La pregunta que queremos plantear es ¿Dicho análisis asegura suficiencia de provisiones?

En nuestra opinión la respuesta es “no necesariamente”. Si los modelos de provisiones estuvieran calibrados para cubrir las pérdidas efectivas la comparación sería justa, ya que los castigos netos serían los utilizados para la construcción del modelo. Sin embargo, los cambios normativos han generado que dicho análisis no sea necesariamente justo.

Si, por ejemplo, los créditos se castigasen 12 meses después de caer en incumplimiento, y hago un seguimiento a un crédito al día en enero de 2017, si este cae en incumplimiento 6 meses después (julio de 2017), el castigo de dicho crédito se observaría en julio de 2018, quedando fuera de los castigos netos observados en los siguientes 12 meses pero dentro de la definición de incumplimiento dentro de los siguientes 12 meses (por lo tanto de las pérdidas asociadas a los créditos que estarán en incumplimiento en los siguientes 12 meses). Este fenómeno genera que el enfoque de cobertura de castigos no considere las pérdidas asociadas a una fracción relevante de la cartera al día que los modelos de pérdida esperada deben considerar.

Por otra parte, los castigos netos consideran los castigos de los créditos de los siguientes 12 meses netos de las recuperaciones en ese mismo período. Si los períodos de recuperación son largos (lo que usualmente pasa), por ejemplo, de 3 años, significaría que las recuperaciones observadas no corresponderían a los créditos castigados en dicho período, por lo tanto habría que preguntarse, ¿qué relación existe entre las provisiones de hoy y los castigos de hace 3 años atrás (y sus recuperaciones)?

En conclusión, independiente de que consideremos que los castigos netos entregan información relevante para la administración del riesgo de crédito, en nuestra opinión no debiese, por sí solo, concluir sobre la suficiencia de provisiones, debido a que por construcción no son directamente comparables. Creemos que hay otras herramientas de análisis que permitirían medir la suficiencia de provisiones como lo son las proyecciones de las pérdidas esperadas para la cartera actual.

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